lunes, 26 de mayo de 2008

Avances culturales y de obras públicas

Guzmán Blanco fue considerado el gran autócrata y civilizador de la historia venezolana por una serie de cambios que ejecutó en sus distintos mandatos. Basado en la ideología liberal, desarrolló un proyecto claro de gobierno fundamentado en la pacificación del país. Comenzó un proceso de saneamiento de las finanzas públicas, captó la inversión extranjera e inició un plan de obras públicas principalmente en la ciudad de Caracas, imitando modelos parisinos.
El arte y la cultura durante esta etapa también se beneficiaron ampliamente. Guzmán fue un mecenas del arte. Durante su gestión se creó el Instituto Nacional de Venezuela, entidad que agrupó a distintos organismos científicos y artísticos, entre los que se encontraba el Instituto Nacional de Bellas Artes, encargado de la formación musical, la pintura, la escultura y la arquitectura. Durante ese tiempo también se estimuló el enriquecimiento cultural mediante becas a jóvenes artistas para estudiar en Roma y en París.
En estos años una generación de artistas recibió encargos del gobierno para decorar distintos recintos gubernamentales. Uno de los encargos de mayor envergadura fue el que hizo Guzmán Blanco al pintor Martín Tovar y Tovar para realizar una serie de retratos de próceres militares y personajes ilustres de la historia de Venezuela destinados al Palacio Federal. También Tovar y Tovar tuvo a su cargo la realización de grandes lienzos sobre las principales batallas de la Independencia, entre los que se destaca la Batalla de Carabobo, instalado en 1889 en la cúpula del Salón Elíptico del Palacio Federal. En esta tarea participó igualmente Antonio Herrera Toro, quien ejecutó los bocetos topográficos en los lugares donde ocurrieron las batallas e hizo copias de algunos cuadros de tema épico, cuando se deterioraron las obras de Tovar y Tovar. Por solicitud de la Iglesia, Herrera Toro realizó el trabajo decorativo del presbiterio de la Catedral de Caracas entre 1880 y 1882, y el plafón del Teatro Municipal de Valencia en 1892. Arturo Michelena también recibió numerosos encargos oficiales y de la Iglesia: el Retrato ecuestre de Bolívar (1888), Diana cazadora (1896) y el Retrato ecuestre de Joaquín Crespo (1897) fueron comisionadas por Crespo para decorar el Palacio de Miraflores. La Iglesia de Santa Capilla de Caracas le encargó realizar dos obras de tema religioso, La multiplicación de los panes y los peces y Las bodas de Caná. Paralelamente el encargo privado ofreció a los pintores un medio alternativo de subsistencia, donde tuvo cabida tanto el retrato como los temas de género.
Este suceso marcó una fecha de corte que abrió paso a una renovación representada por la pintura al aire libre que incursionó en la temática del paisaje, aunada a una modificación de la paleta pictórica y la captación de la fuerza lumínica, camino que ya había sido anunciado en el siglo XIX por los pintores extranjeros, por Carmelo Fernández y por Martín Tovar y Tovar.

1 comentario:

ANDREINA PLAZA dijo...

se fueron solo por la parte cultural sin tomar en cuenta las obras publicas